Mis querid@s Lector@s Imaginari@s:

Tantas cosas suceden.
Y es doloroso a veces, aunque una nunca crea que le va a tocar la parte que duele.
La vida es tan impredecible y desquiciada.
Pero saben qué? No me da miedo!
Ya no me da miedo cómo puedan resultar las cosas, porque resulta que siempre salen bien, aunque se vea todo negro, y se sienta como petróleo en el pecho.
Un claro ejemplo de esto es lo que me pasó el fin de semana en la playa:

Estaba entrando al agua con cautela, cuando vino una ola de fuerza extraterrestre y me hizo caer y pelarme las rodillas en las rocas. Sangré. Y la sal del mar me ardía bastante. De pronto, a mi lado llegó una niña en cuatro patas (niña-perro) a ofrecerme su ayuda, a ayudarme a salir, y a jugar conmigo. Me puso arena mojada en los pies y las rodillas... Me ardió un poquito más, pero al final fue el juego más divertido que he jugado. Rodé entre arena y agua junto con ella.

Quizás esto sea una metáfora de que los porrazos duelen y arden, pero siempre habrá quien me ayude a levantarme primero, y curarme después. Y que después todo deja de doler y arder.

Por ahora, sigo en mi tarea subterránea de quitarme la arena de las llagas. Metafórica y concretamente hablando.


Para ustedes, Love :)