La vida es más extraña que en los cuentos!

lunes, 5 de noviembre de 2012

Confesiones Terrestres Emergentes y Pá


De alguna parte me surgió esta necesidad
Una gran necesidad de mostrarme, en  toda la evidencia del sufrimiento
O en toda la evidencia de confusión, de pérdida o de desorientación
Como queriendo que todo mundo, o que mis cercanos o mi círculo o quienes me aman
Pudiesen verme así, bien confundida, bien perdida, bien derrotada, cabizbaja y avergonzada
Y que de ese gran momento surgiera la sanación
Como si mostrarme así me entregara alguna tranquilidad
La tranquilidad de que ya no tendría que fingir nada
Ni cumplir con ninguna absurda expectativa de ninguna cosa
Como si en ese mismo instante les pudiera transmitir que esto soy: soy la incertidumbre, la confusión, la ceguera, la impaciencia, la ansiedad, la inseguridad, la vergüenza, la intranquilidad, la ausencia de fé, la desmotivación, la inercia, el aburrimiento, la decadencia, la pesadez, el cansancio, el agotamiento, lo vencido, lo estancado, el silencio.
Mostrar que esto soy y que tengo mucho miedo a veces, de que no se cumplan todas esas cosas que se esperan para mí.
Mostrar que sí, tengo miedo de que se especule y piense tantas cosas que podría o no podría ser o hacer. Pero que ya no hay en mí fuerzas para luchar ni a favor ni en contra de ninguna de esas hipótesis.  Con suerte me doy fuerzas cada mañana para simplemente ser.
He recordado muchos episodios de cuando era super super super chica y ya me andaba preocupando por estos asuntos.  Que mi Mamá no se diera cuenta que yo sufría todos los días porque me Papá no estaba. Convencí a mi Mamá de que yo estaba bien. Que mi abuela no se diera cuenta que yo no salía a jugar porque me daba vergüenza haber llegado a vivir a una ciudad como victoria. Convencí a mi abuela de que prefería jugar sola. Que el niño que me gustaba no se fuera a dar cuenta que me gustaba, porque obviamente yo no le gustaba, y si se daba cuenta iba a ser super ridículo que a mí me gustara alguien que no me daba bola.
Eso era. Mucho miedo de sentirme-hacer-ser ridícula. Quizá inadecuada es una mejor palabra, ahora que tengo más vocabulario. Todo esto estuvo en mi mente y corazona cuando chica.
Y así, pasaron por mí desde entonces miles de actividades y pasatiempos, al mismo tiempo que estas inquietudes filosóficas o epistemológicas u ontológicas, no sé bien.
Habiendo declarado todo esto,  surge una especie de tranquilidad. Pienso entonces que todo este asunto de la confesión que se hace a los curas quizá si sirve.
Y bueno, no sé qué viene hacia adelante. No tengo ni la más remota idea. Tengo sueños eso sí. Muchos sueños, y entre ellos está el formar un mágico clan con nuevos/as seres.  Seres con mi nariz y ojos de caleidoscopio.